Uno de los más importantes artistas costarricenses. Un investigador incasable de la pintura que motivó a otros pintores, escultores y arquitectos de su época. Maestro de corazón, realizó importantes reformas al plan de estudios de la Facultad de Bellas Artes. Pintor, arquitecto, reformador de la educación artística tradicional, amante del paisaje nacional, enamorado de la tradición arquitectónica colonial, motor del movimiento artístico de la década de los años treinta; son algunas de las maneras de definir la importancia de la obra de este artista. Siendo aun muy joven lo nombran profesor de dibujo y pintura en el Colegio Superior de Señoritas donde imparte lecciones por varios años. En su labor docente en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica comprendió la necesidad urgente de actualizar los programas de enseñanza de la institución y aceptó el cargo de Decano con el fin de llevar a cabo las transformaciones que consideraba importantes. Básicamente, estos cambios se encaminaron hacia un contacto más directo del estudiante de arte con el modelo, fuera este el paisaje o la figura humana, y de la posibilidad de experimentar con nuevas técnicas. Contrató como profesores artistas jóvenes que darían una visión nueva de fenómeno de las artes plásticas a los futuros artistas.