RODOLFO STANLEY
EL GRAN CRONISTA PLÁSTICO DE COSTA RICA
Con más de tres décadas de nutrida trayectoria artística, Rodolfo Stanley (q.d.D.g), se distinguió por el abordaje sin filtro y muy particular de los temas “picantes” que trataba en sus obras. Dotadas siempre de pinceladas de humor e incluso sarcasmo, siempre su intención fue hacer reflexionar a las personas sobre todo aquello que consideraba importante de abordar. Hoy, hacemos un recorrido sobre su historia de vida como ser humano y como artista, como sentido y sincero homenaje luego de su lamentable partida.
Por: Lucrecia Alfaro/ Fotos: Miriam Rodríguez, Erika Stanley y Galería Valanti
Antecedentes
Rodolfo Stanley González nació en Grecia, Alajuela, el 13 de agosto de 1950. Fue el mayor de 5 hijos -3 hombres, 2 mujeres-, criados por su madre Julia Stanley, conocida cariñosamente como Julita Stanley, quien fue una destacada cantante bohemia de Costa Rica a quien sus presentaciones la llevaron a cruzar fronteras a otros destinos como Venezuela, Ecuador, Colombia y Perú, codeándose con artistas de la talla de Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas.
“Mi papá y mi abuela fueron personajes muy peculiares… Papá decía que ella trabajó muy duro por ellos y nunca les faltó nada. Por eso papá la pensionó cuando ella cumplió 50 años y se encargó de todos sus gastos hasta que ella murió, a los 89 años”, relató Erika su hija.
Foto de Julia Stanley, madre de Rodolfo Stanley
Rodolfo pasó su infancia en este bello cantón alajuelense, entre chapuzones en las pozas de la zona, sus prácticas de artes marciales, las prolongadas jornadas jugando ajedrez, -uno de sus pasatiempos preferidos- y como ilustrador de las diferentes actividades de la escuela, pues desde entonces ya se manifestaba su talento artístico.
También pintaba pequeños libritos de historietas que vendía entre vecinos, compañeros y amigos; con el dinero obtenido, pagaba la entrada al cine.
Rodolfo Stanley mostrando sus conocimientos en artes marciales
Miriam Rodríguez, su esposa de los últimos 15 años, recuerda una divertida anécdota de la infancia de Rodolfo que mostraba su inocencia a aquella corta edad: “Como todo niño curioso en busca de aventura, se le escapaba a su madre para ir a bañarse a las pozas. En su ingenua mente no comprendía la razón por la que su madre siempre se daba cuenta que él venia de darse un chapuzón. Un día de tantos decidió preguntarle, a lo que ella respondió “un pajarito me lo dijo…” En la siguiente escapada Rodolfo vio un pájaro cerca de la poza y pensó que desapareciendo el ave de una pedrada impediría le fuera con el chisme a su mamá, y así procedió. Al llegar a su casa, se repitió la historia con su enfurecida madre, quien no lograba hacer entender a Rodolfo, que un niño tan pequeño no podía bañarse en pozas tan profundas sin la compañía de un adulto. En esta ocasión, Rodolfo muy triste y confundido le confiesa a su madre que había arrojado una piedra al pajarito para que no le contara que se estaba bañando en la poza. Entonces, desconcertado vuelve a preguntarle cómo se había dado cuenta, a lo que ella responde, “siempre vienes con el cabello mojado”…. No puede haber nada más bello que la inocencia de la infancia” detalló Miriam.
Sin embargo, años después esas aventuras terminarían, pues Julita su madre decidió trasladarse a San José, la capital, en busca de un mejor futuro para ella y sus hijos. Y así empezaría una etapa muy distinta en la vida de todos.
En busca de su proyecto de vida
En su juventud pensó estudiar Psicología porque le interesaba conocerse a sí mismo y comprender los conflictos vitales del ser humano. Pero, en 1970, a sus 20 años se le presentó la oportunidad de empezar a trabajar como asistente del departamento de arte de una reconocida agencia de publicidad. Tan solo dos años después de trabajar allí se convirtió en jefe e inició sus estudios en la carrera de Bellas Artes en la Universidad de Costa Rica durante las noches; sin embargo, duró unos pocos meses en la academia.
A sus 26 años, ya con bastante experiencia laborar y más claro de lo que quería para él, creó su propia empresa de diseño publicitario. Por esos años entabló una gran amistad con Chino Moreno -reconocido empresario de la radio y representante de los músicos del momento-, a quien le diseñó las portadas de los discos de reconocidos grupos musicales como La Pandilla, y Manantial, entro otros.
Caricatura realizada por Rodolfo Stanley en sus años como publicista
“Puso la oficina en San José centro, frente al edificio Numar. Nosotros vivíamos en Tibás. El manejaba a diario esa ruta y en Cinco Esquinas -antes de existiera el túnel-, había un semáforo donde siempre se hacía presa. Mientras papá esperaba, en una casa esquinera, él veía por la ventana a quien le parecía una señora de espaldas, robusta, de pelo largo, negro y ondulado, que pintaba unos cuadros hiper realistas lindísimos. Así se pasó varios meses viendo pintar por la ventana, mientras esperaba en la presa.
Un día decidió estacionarse al costado de la casa, se bajó y toco la puerta. Para sorpresa de papá la señora robusta era un hombre con un vocerón de trueno, Gonzalo Morales hijo, que usaba en ese tiempo el pelo bastante largo. Papá le contó que lo veía pintar por la ventana y Gonzalo lo invito a pasar. Desde ahí se hicieron amigos y papá ya no esperaba en la presa, se bajaba a conversar y a ver pintar a Chalo en su casa. Después de un tiempo de solo verlo pintar, papá le dijo que él también quería hacerlo, Chalo le dio una lista de materiales y a partir de ese ese momento los dos pintaban juntos después de las 5 de la tarde…Gonzalo fue su primer maestro y su amistad fue de toda la vida. Yo recuerdo con mucho cariño a Gonzalo y a esa casona de madera vieja, con olor a pintura de oleo y café recién chorreado.” Con este bonito relato, Erika narra cómo Rodolfo, su padre, conoció a Gonzalo Morales y empezó sus andanzas en la pintura.
Primer cuadro pintado por Rodolfo Stanley, corresponde al gato de Gonzalo Morales, su mentor y buen amigo.
El año de 1979 marcaría un antes y un después en la vida de Rodolfo Stanley, ya que ese año participó en la bienal XEROX de Centroamérica y Panamá y obtuvo el Primer Lugar, adjudicándose un premio de $3.500 que le permitió reforzar su conocimiento en arte y viajar por el mundo conociendo galerías y museos en ciudades cosmopolitas como New York, Madrid, Barcelona y París. Experiencia que le abrió un nuevo mundo ante sus ojos y despertó en él aún más su inquieto genio creativo.
Rodolfo Stanley con un par de obras de la serie «Orquídeas Humanizadas», 1981. Erotismo, sensualidad y humor, son algunos de los ingredientes presentes en esta colección.
A su regreso, dividía su tiempo entre la pintura, la publicidad y la búsqueda de galerías en el exterior donde colocar y vender su arte. Al tiempo logró su cometido pues su obra comenzó a cotizarse bien en el extranjero, lo que le permitió dejar la publicidad a los 35 años y vivir exclusivamente de la pintura de manera digna el resto de su vida; cosechando además importantes reconocimientos.
Su propuesta artística
Aquellas inquietudes existencialistas sobre cuáles son los conflictos vitales del ser humano y cómo debían resolverse lo llevaron a convertirse en una especie de cronista plástico y a la vez crítico de su entorno social.
Obra «Mujer Objeto». Nótese el cuerpo cubierto de billetes de 5 colones
Para no caer en estereotipos o clichés, Stanley gustaba de visitar diversos sitios y ambientes para crearse su propio criterio del que sería su tema a tratar en las obras siguientes. Fue así que, con frecuencia visitaba parques, prostíbulos, playas, bares gays, suburbios alejados y distintos territorios inexplorados, siempre con su ojo crítico y artístico a la vez.
A partir de lo observado y lo reflexionado sobre el tema en cuestión, pasaba a contar una historia sobre el lienzo con la cual buscaba hacer reflexionar a las personas.
El proceso creativo lo alimentaba con lo aprendido en sus años de publicista o mentirólogo, como el mismo decía, recurriendo a referencias propias de fotográficas, de cine, video y demás imágenes de las que se sirven los medios de comunicación para enriquecer la composición y dotar de valores plásticos únicos a cada una de sus obras de arte para que, finalmente, fuesen coherentes con la investigación del motivo de su creación.
Obra «Patinando en el Parque», Giclée de 49×49 cm 2012, propiedad de Galería Valanti
La corrupción, la prostitución, la diferencia de clases, y la doble moral, son algunos de los temas que a menudo trataba en sus obras; mismos que, comúnmente abordaba con sarcasmo, humor, ironía e incluso irreverencia, junto a un sentido de denuncia también.
“A mí me cuesta entender por qué nos da tanto miedo hablar de todo esto si nosotros somos así (…). Y no es que yo tenga una obra contestataria por plata, si más bien entre más polémico más cuesta vender una obra. Eso no es lo principal. La idea es hablar de los temas que son necesarios de hablar”, declaró en su momento en una entrevista a Viva del periódico la Nación en el 2018.
Obra «Abuelas Narco» de la serie «Mi Patria Querida», acrílico sobre canvas, 89×90 cm, año 2004
“Su pintura pretende comunicar al ser humano en sus facetas más desconocidas y ocultas para provocar algo de meditación y reflexión en los receptores”, aportó convencida Miriam, su esposa y dealer de arte.
Dentro de las colecciones que causaron más revuelo, está la muestra “Mi Patria Querida” (2005), en la que pintó a expresidentes de la República con antifaces de ladrones, así como a un sector del clero dentro de connotaciones pedófilas. También desbordó su arte en casos como el sonado robo de una vaca en taxi en el 2008 y el de las narcoabuelas del 2010. Otras de las más populares: las “Niñas del Rey”, dedicada al tema de la prostitución, “Los Comeguebos”, recreando la conducta de los ticos en sus visitas a la playa y sus famosos “Bailongos”, donde exalta toda la cultura popular alrededor del swing criollo.
De la serie «Comeguebos», #15 del 2011
Fernando Cruz Castro, Presidente de la Corte Suprema de Justicia y seguidor de la obra de Rodolfo Stanley, comentó sobre la serie “Bailongos”: “Rodolfo percibió el ritmo contagioso del swing, fruto de la creatividad de los que sienten la música sin pentagrama, intuición rítmica, coreografía sensual fruto de la improvisada intuición de las parejas, que bailan al ritmo de sus evasiones, buscando en la puerta del baile el encuentro con la música penetrante que inspira el swing. La alegría de un baile, que es el tango de Tiquicia. …. Stanley percibió esa espontánea creación rítmica y dibujó fielmente la olla del bailongo, la de hombres y mujeres que viven el ritmo y crearon el swing. El ingenio humano, la creatividad, así la percibió, con ojo agudo, el artista que dibujó la crónica de una olla creativa, una olla en que se mezclaron hombres y mujeres para darle ritmo a la vida. Es un tropel de artistas, los que bailan, en pareja, en grupo, y cierra círculo el artista que esculpe en su crónica de colores, imágenes de una alegría que se desborda en las caudalosas aguas del ritmo hipnótico”.
Obra «Swing Tico», acrílico sobre canvas, 150×200 cm, año 2010
Desde siempre y hasta sus últimos días, Rodolfo Stanley sostuvo que el ser humano había perdido la credibilidad en las instituciones sociales, políticas y religiosas, y que esto le provoca el caer en sentimiento de desesperanza, frustración y ansiedad. Decía “… no hay duda de que hay algún tipo de mundo real fuera de nuestras mentes… el conformismo limita la experiencia en la vida diaria”. Por ello, y desde sus primeras exposiciones, con su pintura pretendió revelar algo… un mundo especial en que la aparición de lo absurdo daba forma a este mundo tan complejo.
De hecho, pocos saben que, desde 1981 y junto a Mario Gazel, Stanley se convirtió en representante para Costa Rica del movimiento denominado La Comunidad; grupo de carácter existencialista, fundado en Argentina el 12 de mayo de 1969 por el pensador Mario Rodríguez Cobos, “Silo”, el cual buscaba enriquecer el conocimiento interno del ser humano para comprender lo externo. Todo, con el fin de ofrecer las respuestas que finalmente logren ayudar al individuo a encontrar el sentido de la vida y crear condiciones de superación. Su estandarte es “humanizar la tierra” y en ello creía firmemente Rodolfo Stanley. (Tomado del Diario Contrapunto, El Salvador, página 28 y 29, 1ero noviembre 1981)
De la serie «Las Niñas del Rey», # 7, acrílico sobre canvas, 100×110 cm, año 2008
“No fue un pintor complaciente de una sociedad altamente decorativa. Su reconocimiento como artista procede del respeto por su discurso artístico que le han brindado las galerías, los coleccionistas y el importantísimo apoyo del mercado internacional del arte”, argumentó orgullosa Miriam.
La última de sus colecciones fue “Quédate en casa” creada en tiempos de pandemia con todas las duras situaciones que ha implicado este aislamiento forzado; misma que, bien se puede describir como una serie vigente, humana y cruda.
Como si supiera su destino cercano, en ella Rodolfo Stanley se vuelve a pintar dentro de las obras.
De la serie, «Quédate en casa», la última que creara Rodolfo Stanley, en la que vuelve a incluirse en las obras
“Stanley fue un artista que supo materializar la cotidianidad de nuestra tiquicia en cada uno de sus trazos. Muchas de sus obras reflejan momentos o situaciones que ningún otro artista se hubiera atrevido a realizar. Su obra es una crónica de momentos, eventos, lugares y personas con los que nos identificamos. Sarcástico, irreverente, de humor fino. Fue un gran artista, desde la humildad en Grecia de Alajuela, hasta las grandes exposiciones en Norteamérica, Sur América, Europa y Asia”, opinó el juez Guillermo Arce Hernández, seguidor de la obra de Rodolfo Stanley.
Obra «Taxi Pirata», acrílico sobre canvas, 100×81 cm, año 2004
Ese estilo tan único de plantear los temas sobre el lienzo, matizados eso sí, por una riqueza cromática innegable y por el dominio de sus complejas composiciones y demás elementos plásticos, le valieron la designación y el reconocimiento como el gran cronista plástico de la pintura costarricense.
Su legado
Después de más de 3 décadas dedicado en exclusiva a la pintura deja a la posteridad, más de 40 exposiciones individuales, 17 de ellas internacionales, en puntos geográficos muy diversos de todo el mundo, en cuenta: Japón, Francia, Italia, España, Suiza, Alemania; Washington, Miami, Panamá, Venezuela y Colombia.
De igual forma, participó activamente en más de 100 exposiciones colectivas por todo el orbe.
Rodolfo Stanley comparte con doña Marta Antillón y el artista Francisco «Paco» Amighetti (q.d.D.g.) en una exposición organizado por Galería Valanti en el Club Unión, en el año 1992
Para los artistas emergentes y los que llevan ya camino recorrido, su mayor legado es sin duda la invitación a ser investigadores críticos del tema que estén abordando en su proceso creativo, teniendo en cuenta siempre la multiplicidad de perspectivas en las que se puede desarrollar; así como, la atmósfera alrededor y la composición cromática, buscando siempre que todos los elementos se relacionen armónicamente entre sí para lograr la coherencia con lo que se desea transmitir.
Su amigo por más de 37 años, el periodista y prestigioso escritor Carlos Cortés, escribió un obituario en la Revista Dominical del Periódico La Nación y este fragmento de ese artículo resume cómo concebía su obra: “Detrás de las sonrisas que provocaba en algunos o el malestar en otros asomaba un documento artístico, social e ideológico invaluable de la Costa Rica del siglo XXI”.
El ser humano
“Como hijo, padre, esposo, hermano, tío y amigo, Rodolfo siempre dio lo mejor de sí y de acuerdo con su personalidad no podría haber sido diferente”, comentó Miriam.
“De él aprendí el valor del trabajo, la solidaridad, la intención de hacer siempre el bien y de ayudar a todo el que fuera posible…Aprendí que el miedo es un elemento innecesario en la vida. Que todo lo que uno quiere o aspira es absolutamente posible, solo hay que hacerlo pasar. El fue siempre 100% positivismo…Papá fue mi mejor amigo, lo voy a extrañar siempre”, declara Erika con evidente nostalgia.
Llevó una buena vida, le encantaba salir a caminar con su hijo Gabriel, compartir cenas en su hogar con amigos, bailar ritmos propios de nuestra cultura popular, como el swing y el pirateado. Cuidaba mucho su salud, comía a sus horas, hacia ejercicios.
Rodolfo Stanley (derecha), junto a su madre Julita (centro), y su hijo Gabriel (izquierda).
“Papa era muy disciplinado, hasta metódico en su vida cotidiana. Hace unos años se curó de cáncer de pulmón solo con una dieta especial. Una nutricionista le preparó una dieta sin azúcar y en cuestión de 6 meses no tenía la enfermedad. Cuando fue al médico para empezar los estudios preoperatorios, no encontraron nada. Los doctores no lo creían, lo revisaron varias veces minuciosamente antes de darlo de alta…Él era un poderoso, todo lo podía a punta de dirección y voluntad”, agregó Erika con orgullo.
Además, fue un hombre muy culto siempre estaba leyendo y asistiendo a espectáculos culturales; también, era amante del buen cine, el teatro, y la música; por cierto, se declaraba admirador de Joaquín Sabina. Pasaba tiempo analizando la obra de sus artistas favoritos para comprenderles y enriquecer su propuesta personal.
“Fue un amigo fiel, sincero, con humor, regalando siempre a los demás amor incondicional y buena compañía. Era generoso con su tiempo y tubo la habilidad de escuchar para luego brindar su punto de vista”, así lo describe Miriam.
Rodolfo Stanley en reunión familiar
“Teníamos una relación de pareja muy privilegiada donde compartíamos muchos intereses y cuando discutíamos tomamos de acuerdo que los dos teníamos razón en nuestros dispares puntos de vista. Hoy, su ausencia ha dejado un vacío muy grande en mi vida, extraño mucho su buen humor, la sobremesa con inacabables conversaciones de diversos temas, desde cualquier asunto cotidiano hasta como lograr un crecimiento espiritual coherente con el actual estilo de vida. Tuve la fortuna de tenerlo a mi lado y eso me hace sentir muy halagada y agradecida con la vida.
Finalmente deseo manifestar mi profundo agradecimiento a la Lucrecia Alfaro en su calidad de periodista y a Doña Marta Antillón, presidenta de la Galería Valanti, por este homenaje”.
Su mayor logro
Con orgullo, Rodolfo Stanley se presentaba como un artista autodidacta, que desde sus 35 años y hasta los 71 que vivió sobre esta tierra -ya que falleció el pasado 4 de diciembre del 2021-, tuvo el privilegio de vivir dignamente de su gran pasión, la pintura.
A pesar de la polémica que a menudo provocaban sus series pictóricas, donde abordaba los temas “sin filtro” y sin procurar complacer a nadie, estaba convencido que fue gracias al reconocimiento internacional que consiguió este gran logro de vivir del arte.
Sin duda alguna, pasar por esta vida haciendo lo que a uno le gusta, siendo honesto con uno mismo y con los demás. Y a ello sumarle dejar un amplio legado de trabajo artístico y documental de gran calidad, que sirva de motivación para otros artistas y de reflexión para todos, junto a una huella positiva en todos quienes le conocieron y amaron, es un logro sin precedentes.
Gracias Rodolfo por tanto…
Bibliografía:
https://si.cultura.cr/personas/rodolfo-stanley.htmlhttps://www.nacion.com/revista-dominical/obituario-2021-rodolfo-stanley-el-ojo-de-un-fisgon/YTHULVS2XZFHXHNCHWEJ4LME5E/story/
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