Fernando Carballo Jiménez/ Magón Award 2021

EL ÉXITO MEDIADO POR LA DISCIPLINA Y LA AUTENTICIDAD

El dedicarse al arte, el dibujo y la pintura, se dio, según confiesa, como respuesta a un llamado interno, intenso y constante, que desde niño se gestó en su interior, al apoyo de muchos ángeles terrenales que se encontró en su camino y a su tenacidad en busca de ser mejor cada día. Hoy, con más de 50 años de nutrida trayectoria profesional, Fernando Carballo Jiménez, recibe el merecido premio Magón 2021 por su exitosa carrera como artista plástico poniendo en alto el nombre de Costa Rica. De seguido su historia…

Por Lucrecia Alfaro/ Fotos cortesía Irene Torres e Ignacio Carballo

Los inicios

Nació en Cartago, cerca de la Basílica de los Ángeles, el 9 de Julio de 1941. Fue el hijo número 12 de 17 hermanos en total. Además de sus padres y hermanos, compartían su casa con los abuelos, las dos señoras que ayudaban con la limpieza y cantidad de personas que les visitaban, pues su casa fue la primera en tener electricidad en el barrio, así que era el centro de reunión y de actividades de mucha gente.

Fernando Carballo, «Autorretrato», esmalte, ebonol y lápiz sobre cartón, 77×50 cm, 2006

“Mis hermanas mayores me ponían a declamar poesías, a cantar, actuar y bailar y a mi me encantaba. Yo tenía mucha energía y sensibilidad para todas esas disciplinas y ellas me encausaban. Me enseñaron el amor por los animalitos, por la naturaleza y por todo aquel mundo mágico que pasaba a mi alrededor, que estimulaba mi imaginación”, narra emocionado don Fernando.

Recuerda que, en las noches cuando todos se iban, el se quedaba solo dando rienda suelta a su imaginación en las paredes de la casa con cabos de lápices de color. Años después lo haría con el juego de pintura al óleo que le compraron sus padres.

Obra parte de la serie «Ángeles malditos», dibujo y tinta, 60 x 47 cm, 1976

En la escuela, para las festividades, Fernando era al chico que las maestras siempre recurrían para que reprodujera alguna figura de la historia o de fantasía en los pizarrones de la escuela, y eso, recuerda jocosamente, le ayudó a pasar el año en muchas ocasiones. Cuando tenía 10 años fue a San Juan de Chicoá con un compañero a ayudar a su tía a pasar sus pertenencias a la escuela de la comunidad. Recuerda que entró a la biblioteca y se topó con dos libros, uno sobre Leonardo Da Vinci y otro titulado “Los Mejores Pintores del Mundo”, los llevó consigo a casa y los estudiaba una y otra vez. Desde ese instante se abrió un nuevo mundo ante sus ojos. “En ese momento entendí que el Arte ya era parte de mí, y que así sería para siempre”, declara convencido.

En el Colegio el asunto no fue tan bien como en la escuela, sus profesores del San Luis Gonzaga ya no le chineaban y sus compañeros se burlaban de su gusto por las disciplinas artísticas. Lo echaron en segundo año y se puso a vender verduras en un tramo del mercado. Allí lo encontró su profesor de dibujo, Marco Aurelio Aguilar, quien ya conocía de su gran talento como dibujante por la cantidad que pasaba haciendo el inquieto Fernando. Así que le dio una muy buena carta de recomendación para que entrara a trabajar a Casa Gráfica, una imprenta donde se desempeñaría como ilustrador.

A partir de ese momento, a sus 16 años, su vida se encausaría primero hacia el dibujo y luego hacia al arte.

Trayectoria Profesional

De Casa Gráfica paso a la Imprenta Lehmann, donde asegura aprendió muchísimo de la mano de un señor alemán; luego a Publicidad Garnier, más tarde un corto tiempo en la Litografía Gráfica Mercomún, para luego volver a Publicidad Garnier, donde se desempeñaría como Director de Arte por más de 15 años.

Obra «Retrato de Walt Whitman», dibujo, lápices sobre papel 1967

Explica que durante todos esos años combinaba su trabajo con su crecimiento personal como artista. En las noches llegaba a su casa a seguir estudiando a los artistas que le impactaban y a mejorar su técnica de dibujo. “Pasaba horas y días dibujando mi mano o el pie, hasta que quedara lo mejor posible”, detalla.

“No creo en la academia, porque si uno se queda con solo aplicar lo aprendido en ella el resultado es acartonado. En cambio, si uno busca su propio arte, su propio lenguaje, buscando siempre superarse, llega el momento en que brota lo que uno realmente es”, afirma convencido.

Obra «Génesis», acrílico sobre lino, 63 x 47 cm, 1968. Fue parte de la exposición del 2017 en la Galería Nacional

En esos años conocería a tres personas claves que le animaría y ayudarían a impulsar su carrera artística: Hugo Díaz – famoso ilustrador con quien trabajaba-, Moisés Barrios (artista guatemalteco especializado en grabado) y César Valverde (reconocido artista), quienes al conocer sus dibujos le motivaron a realizar su primera exposición.

Fue así como en 1972, a sus 31 años, realizó su primera exposición individual en la Dirección de Artes y Letras en el edificio Raventós, que contempló 34 dibujos y 13 grabados. Fue todo un éxito de visita y muy bien catalogada por los conocedores. “Lo saludo al principio de una gran carrera”, le escribió en aquel entonces Margarita Bertheau -reconocida pintora y promotora del arte y cultura costarricenses-, augurándole un gran futuro.

Obra «Soledad», Fernando Carballo, xilografía , 46 x 38 cm, 1972. Parte de su primera exposición individual

Aduce su éxito a su gran disciplina, pues aún hoy pinta todos los días, desde la mañana hasta la noche y sigue trabajando mentalmente todo el tiempo; ya que, según explica, anda un cuadernito donde hace anotaciones de sus obras o correcciones por hacer. “Se debe ser un crítico sin palanganeos de uno mismo. Es un trabajo de depuración”, afirma convencido.

Otro factor que considera fundamental en su trayectoria es la de haber logrado crear su propio arte, con su propio lenguaje y esencia. Y esto se debe, según don Fernando, a que es autodidacta porque aborda y aplica las técnicas desde su óptica personal, las estudia y transforma para darles su toque personal, lo que lo convierte en un artista por demás auténtico.

Obra «Amalia y el gato», óleo sobre tela, 200 x 160 cm, 2007

De tal forma, ha experimentado con muchísimas técnicas, en cuenta: lápices de colores, serigrafía, acrílico, tinta de imprenta diluida simulando acuarela, grabado, óleos sobre lienzos de distintas texturas para crear diferentes resultados, e incluso dripping, que consiste en pintura de óleo diluida y aplicada con chorritos sobre madera o cartón, para dar vida a las formas que ya tiene preconcebidas en su cabeza.

Por otro lado, explica que tiene una cualidad o característica particular que le permite captar rápidamente el rasgo distintivo de las personas. “Tengo un código de gente y lo que me llega es una emoción. Capto lo que más impacta de esa persona y luego voy y lo plasmo en el lienzo”, detalla al respecto.

Obra Mujer, dibujo y tinta sobre cartón, 50 x 70 cm, 2008

Agrega que esto le pasa desde niño y que, por ello, con todo aquel ambiente rico en olores, en vivencias, de gente expresiva a su lado, bailando, cantando, declamando, ha tenido material de sobra para crear sus obras sin necesidad de irse a otros lados o copiar a otros. “Mi barrio era mi casa. Acá he tenido un mundo de inspiración, que luego plasmo en los lienzos”, agrega. Por ello en su obra destacan las mujeres, la ternura, los paisajes, el erotismo, las maternidades y las frutas, entre otros temas.

Obra «La señora de la Lluvia», óleo sobre tela, 154 x 118 cm, 2006

En su práctica constante de estudiar a otros, de experimentar con lo que le impacta de ellos para luego hacer su propia propuesta, se encontró con la alemana Kathe Kollwitz, pintora, grabadora y escultora, cuyo arte estuvo marcado por los efectos de la Primera Guerra Mundial. “Ella lograba transmitir con negros y grises esa calidez humana llena de emociones y sentimientos que llegan al corazón. Al ver sus obras yo quedaba turulato y decidí hacer mi versión”.

Fue así como en1978 hizo su primera exposición con la técnica de “dripping” -chorritos- con óleo diluido y hasta sus codos utilizó en el proceso de creación que tuvo lugar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica y que le valió el Premio Aquileo Echeverría por Dibujo.

Obra «Florista», esmalte sobre cartón, 102 x 81 cm, 2008

Sus primeras 5 exposiciones fueron de dibujo, pues se sentía más cómodo, ya que se considera más gráfico que colorista. Pero con el tiempo, empezó a incluir el color poco a poco, por intuición, por gesto, como dice él. Los rosas, azules y naranjas son sus preferidos.

“Para pasar de ilustrador a artista tuve que apostar mi alma, mi espíritu…Le debo mucho a artistas que me impactaron empezando por Leonardo Da Vinci”, expresa.

Obra parte de «Galería de Familia II», tinta offset sobre papel, 57 x 76 cm, 1985

De Costa Rica admira a grandes maestros como: Fausto Pacheco, Max Jiménez y Jorge Gallardo, por el exquisito uso del color. A quienes, por supuesto, también estudió al detalle.

“He tenido muchas y muy buenas experiencias que están plasmadas en los lienzos”. Justifica con esta frase Don Fernando el tener más de 100 exposiciones- entre individuales y colectivas- a su haber y el ser destacado con varios premios y reconocimientos; en cuenta, el segundo Premio Nacional Aquileo Echeverría que recibiera en 1982, esa vez en pintura por la muestra presentada en el Museo de Arte Costarricense (MAC) de la cual hoy dos obras, “Custodia” y “Retrato de Familia” forman parte de la colección del Museo.

Obra «Mientras tanto», tinta offset sobre papel, 50 x 34 cm, 1982. Obra que, junto a «Retrato de Familia» le hizo merecedor del premio Aquileo Echeverría 1982.

En aquel entonces, Carmen Naranjo, directora del Museo escribió: “Un cuadro de Carballo es inolvidable. Este artista ha ganado un lugar señalado de prestigio en el arte costarricense. Carballo llena los espacios con el espacio eterno del ser humano”.

Una experiencia que recuerda con mucho cariño y satisfacción, fue cuando en 1997, el Fondo de Cultura Económica de la UNESCO le invitó a representar a Costa Rica en la muestra itinerante “Iberoamérica pinta”, donde a cada pintor le tocaba interpretar en sus lienzos los textos de algún reconocido escritor. A don Fernando le correspondió plasmar lo escrito por Guimaraes Rosa, reconocido escritor brasileño. Recuerda con orgullo, que estuvo en Madrid para la inauguración de la muestra, la cual luego pasó por 29 capitales, en cuenta: Lisboa, toda América Latina y culminó en Montevideo, Uruguay.

Obra «Espera», óleo y pastel sobre tela, 180 x 145 cm, 1997. Con esta obra, Fernando Carballo participó en la exposición itinerante «Iberoamérica pinta»

En octubre del 2021, la Asamblea Legislativa lo distinguió, -junto a Jorge Jiménez Deredia e Isidro Con Wong- como Ciudadano de Honor por sus grandes aportes a la cultura costarricense.

Recientemente, el pasado 3 de Febrero de este 2022, le fue asignado el Premio Magón 2021 en Pintura por su trayectoria, trabajo y excelencia. El jurado señaló que: “es uno de los máximos representantes de la historia plástica costarricense y que ha dedicado casi toda su vida al arte”.

Obra «Amantes de la Luna», óleo sobre tela, 200 x 160 cm, 2007

Mirando en retrospectiva su trabajo afirma: “Me he dado cuenta que, conforme me iba involucrando y creciendo como artista, en la misma medida crecía como ser humano. Así que estoy satisfecho. Pero todavía me siento como de 20 años, con mucha energía”.

Por ello y desde hace unos 6 años, viene preparando su próxima exposición.

Lo que viene:

En julio 2022, en el marco de su cumpleaños 81, Don Fernando presentará su exposición “Peregrinos” en el Museo Calderón Guardia. «La tengo planeada desde hace seis años, es una culminación a mi carrera, es en la técnica de dripping, que yo le llamo chorreado, y es cuando sale pintura de una botella con huequitos y yo hago los dibujos», detalló el pintor.

La muestra está inspirada en los cientos de peregrinos hacia la Basílica de los Ángeles, quienes observó pasar por el frente de su casa durante años, con sus emociones a flor de piel, sus historias de dolor o de agradecimiento, pero sobre todo con mucha fe. Esos rostros, lo que le hicieron sentir, los tiene atesorados en su memoria y ahora los está plasmando sobre madera de Plywood con la técnica de “dripping”.

Serán 20 o 25 obras en formato de 120 x 90 cm y está muy ilusionado y trabajando fuerte para lograrlo.

“Mi trabajo es una larga conversación con la gente, que se ha venido gestando con vehemencia, cariño, color y amor. Busco seducir al espectador con honestidad y respeto, acercándome suavemente. Así ha sido desde siempre”, concluye orgulloso.

En el marco de su reciente distinción con el Premio Magón 2021, hemos querido compartir con ustedes nuestros lectores del blog de Galería Valanti un acercamiento más humano a este gran artista, para conocer cómo piensa, como trabaja, de las cualidades y características que le distinguen y lo hacen merecedor de todos los premios obtenidos hasta ahora y lo convierten, sobre todo, en un gran ejemplo a seguir para los jóvenes valores que se gestan en el arte en Costa Rica.

Maestro Carballo, que Dios le de mucha vida, salud y energía para seguir compartiendo de su grata compañía y elocuente talento.

Desde ya, esperamos con ansias su próxima exposición, la cual sabemos estará rodeada de muchos éxitos y aceptación.

Bibliografía

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