Los muchos años que lleva Ramón Chirinos dedicado a la pintura, su desarrollo sensible como artista pintor, su fortaleza para trabajar en el interior del país, lo consolidan como presencia obligatoria en la historia del arte de Venezuela. Considerado como representante de una tradición figurativa y paisajista iniciada por el Círculo de bellas Artes a principio del Siglo XX, ha creado un lenguaje plástico propio y personal, alejado de aquellos códigos convencionales. Así, plantea su obra dentro de una absoluta contemporaneidad, en su caso, sostenida por su reflexión y resemantización de códigos figurativos y abstractos, teniendo el color como expresión sensible y primordial. Para Chirinos… El mundo esta lleno de colores, pero me gusta más el de la primavera. Precisamente es éste el cromatismo de su obra. Sus colores son suaves, alegres, transparentes de delicada y hermosa textura, igual a las primeras hojas que brotan de los árboles, al despertar de los pétalos de las flores, a la bruma de la mañana. Sin estridencias cromáticas, a primera vista el campo pictórico parece no contener alteraciones de humor visual, esta es su lógica plástica. Sin embargo, esta lógica esta dominada por una atmosfera provocadora que lleva al espectador a introducirse hacia lo más profundo de lo que esta observando, hasta descubrir cierta violencia en el desarreglo y automatización de formas, figuras, colores y líneas, que se recompones en un orden complejo de representación visual.
Un juego doble de imágenes estructura la composición pictórica: espejos repetidores de elementos, de sombras, colores y formas que se deslizan en flujo universal, recipiente de vibraciones, pulsaciones y ritmos de la condición existencial del hombre contemporáneo y sus objetos.
En los temas del artista, este flujo, subrepticiamente, se agazapa en impulsos decorativos, propuesta plástica siempre sostenida en altos niveles de exquisitez visual y atmósferas poéticas, así como también en la disposición espacial de los elementos sobre el plano y el predominio de una calidad cromática muy particular. No obstante, sin contradicciones, las atmósferas poéticas están complementadas con el expresionismo de figuras y formas que gravitan sobre un fondo atomizado de manchas y trozos de colores, convirtiendo así el campo pictórico en una batalla sin limites visuales, pero si con barreras móviles y difuminadas que hacen aparecer como si todo, simultáneamente, avanzara hacia el espectador o se sumergiera hacia el fondo de la pintura. Se trata, entonces, de una realidad visual, dinámica y sensible, sometida a la acción de sombras y reflejos y al absoluto refinamiento en su tratamiento plástico. La superficie no es un soporte pasivo, todo lo contrario, es un receptáculo en donde una composición dinámica actúa en su propio dominio, y se reconoce por el poder de expresar situaciones que se trascienden el tema conocido, visto o dicho, bien las figuras, floreros bandejas de frutas, mesas con cafeteras o botellas de vino, niños volando papagayos o corriendo bicicletas la naturaleza muerta, el bodegón con frutas, mujer comiendo patilla, caballos de galope, hombre tocando guitarra, arlequines, mujer con saxofón, es decir escenas de vida cotidiana comunes en la historia universal de la pintura.
Chirinos parte de temas básicos que desarrolla en esquemas compositivos muy característicos de su pintura; los dota de identidad plástica a través de un sistema visual en el que conjuga lo figurativo en franca alteración con los objetos que los sustentan en el espacio. Plantea una ruptura con la tradición de la imagen, la rompe y reelabora a partir de sus propios fragmentos, luego la sitúa simultáneamente, en varios planos, convirtiéndola en una realidad visual que el espectador reconocerá como suya e identifica por señales superpuestas, es como si estuviese observando una escena característica de los sueños.
El encuadre de figuras y formas es arbitrario, estas aparecen como visitas a través de vidrios superpuestos que las mal forman gracias a una suerte de engaño al ojo. Visualmente están definidas en tiempo presente, unas se presentan delante y otras detrás de acuerdo a un orden lógico, pero no una perspectiva lógica, en todo caso existe algo de enigmático en esas escenas que se desarrollan frente al espectador, comunicándole mensajes de alegre textura; a sus ojos y espíritu esta dirigida esa cotidianidad, bien como símbolo o como signo de un quehacer humano.
Dra. Bélgica Rodríguez
Presidenta de AICA
(Asociación Internacional de Críticos de Arte)Ramón Chirinos- Biografía
Los muchos años que lleva Ramón Chirinos dedicado a la pintura, su desarrollo sensible como artista pintor, su fortaleza para trabajar en el interior del país, lo consolidan como presencia obligatoria en la historia del arte de Venezuela. Considerado como representante de una tradición figurativa y paisajista iniciada por el Círculo de bellas Artes a principio del Siglo XX, ha creado un lenguaje plástico propio y personal, alejado de aquellos códigos convencionales. Así, plantea su obra dentro de una absoluta contemporaneidad, en su caso, sostenida por su reflexión y resemantización de códigos figurativos y abstractos, teniendo el color como expresión sensible y primordial. Para Chirinos… El mundo esta lleno de colores, pero me gusta más el de la primavera. Precisamente es éste el cromatismo de su obra. Sus colores son suaves, alegres, transparentes de delicada y hermosa textura, igual a las primeras hojas que brotan de los árboles, al despertar de los pétalos de las flores, a la bruma de la mañana. Sin estridencias cromáticas, a primera vista el campo pictórico parece no contener alteraciones de humor visual, esta es su lógica plástica. Sin embargo, esta lógica esta dominada por una atmosfera provocadora que lleva al espectador a introducirse hacia lo más profundo de lo que esta observando, hasta descubrir cierta violencia en el desarreglo y automatización de formas, figuras, colores y líneas, que se recompones en un orden complejo de representación visual.
Un juego doble de imágenes estructura la composición pictórica: espejos repetidores de elementos, de sombras, colores y formas que se deslizan en flujo universal, recipiente de vibraciones, pulsaciones y ritmos de la condición existencial del hombre contemporáneo y sus objetos.
En los temas del artista, este flujo, subrepticiamente, se agazapa en impulsos decorativos, propuesta plástica siempre sostenida en altos niveles de exquisitez visual y atmósferas poéticas, así como también en la disposición espacial de los elementos sobre el plano y el predominio de una calidad cromática muy particular. No obstante, sin contradicciones, las atmósferas poéticas están complementadas con el expresionismo de figuras y formas que gravitan sobre un fondo atomizado de manchas y trozos de colores, convirtiendo así el campo pictórico en una batalla sin limites visuales, pero si con barreras móviles y difuminadas que hacen aparecer como si todo, simultáneamente, avanzara hacia el espectador o se sumergiera hacia el fondo de la pintura. Se trata, entonces, de una realidad visual, dinámica y sensible, sometida a la acción de sombras y reflejos y al absoluto refinamiento en su tratamiento plástico. La superficie no es un soporte pasivo, todo lo contrario, es un receptáculo en donde una composición dinámica actúa en su propio dominio, y se reconoce por el poder de expresar situaciones que se trascienden el tema conocido, visto o dicho, bien las figuras, floreros bandejas de frutas, mesas con cafeteras o botellas de vino, niños volando papagayos o corriendo bicicletas la naturaleza muerta, el bodegón con frutas, mujer comiendo patilla, caballos de galope, hombre tocando guitarra, arlequines, mujer con saxofón, es decir escenas de vida cotidiana comunes en la historia universal de la pintura.
Chirinos parte de temas básicos que desarrolla en esquemas compositivos muy característicos de su pintura; los dota de identidad plástica a través de un sistema visual en el que conjuga lo figurativo en franca alteración con los objetos que los sustentan en el espacio. Plantea una ruptura con la tradición de la imagen, la rompe y reelabora a partir de sus propios fragmentos, luego la sitúa simultáneamente, en varios planos, convirtiéndola en una realidad visual que el espectador reconocerá como suya e identifica por señales superpuestas, es como si estuviese observando una escena característica de los sueños.
El encuadre de figuras y formas es arbitrario, estas aparecen como visitas a través de vidrios superpuestos que las mal forman gracias a una suerte de engaño al ojo. Visualmente están definidas en tiempo presente, unas se presentan delante y otras detrás de acuerdo a un orden lógico, pero no una perspectiva lógica, en todo caso existe algo de enigmático en esas escenas que se desarrollan frente al espectador, comunicándole mensajes de alegre textura; a sus ojos y espíritu esta dirigida esa cotidianidad, bien como símbolo o como signo de un quehacer humano.
Dra. Bélgica Rodríguez
Presidenta de AICA
(Asociación Internacional de Críticos de Arte)